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A continuación, les vamos a destacar las señales o comportamientos principales de un deudor moroso con la intención de advertirles de cara a evitar que surja una deuda incobrable o que la cuantía de la deuda se incremente de manera especial:

1. El deudor moroso admite abiertamente que tiene un problema, pero asegura que ya tiene la solución por lo que promete pagar en poco tiempo.

2. La situación y comportamiento de los propietarios y administradores de la empresa deudora.

El acreedor debe estar al corriente de cómo son y de qué manera se comportan los propietarios y administradores de la empresa que les adeuda dinero, puesto que el comportamiento de éstos se reflejará fielmente en los hábitos de pago de la empresa. Un pequeño empresario que adopte una conducta irregular o adquiera hábitos gravosos acabará provocando problemas de liquidez en su empresa ya que la frontera entre su patrimonio personal y el empresarial suele ser bastante difusa. Por supuesto al final los acreedores acabarán pagando los platos rotos.

3. Disminuciones en el patrimonio del cliente moroso.

El cliente moroso está haciendo la conocida argucia de separar su patrimonio inmobiliario del negocio, vendiendo las naves industriales o cambiando la titularidad de los activos inmovilizados a nombre de terceros o de sociedades patrimoniales. Esto significa una importante disminución de su solvencia patrimonial y se deben tomar precauciones.

4. El cliente moroso se ha embarcado en unos proyectos de expansión.

Muchas empresas pueden funcionar bien –y ser rentables– si mantienen su estructura dentro de unos límites racionales, pero aprovechando un momento de bonanza económica, un intento de crecer por encima de sus posibilidades las puede conducir a un estrepitoso fracaso empresarial.

5. El deudor moroso ha realizado inversiones no productivas.

6. El deudor moroso ha lanzado la casa por la ventana.

El intento de proyectar una falsa imagen hace que muchos deudores hayan comprado bienes de lujo y activos suntuosos que no contribuyen al incremento de la rentabilidad del negocio.

7. Indicadores de alarma visual a través de la visita al cliente moroso.

8. Un cliente pasa pedidos extraordinarios.

En el caso que un cliente moroso pasa un pedido mayor de lo habitual –rompiendo sus costumbres de compra habituales– y no es por motivos estacionales o por campañas comerciales, es conveniente comprobar que no haya entrado en una crisis financiera y que esté preparando una suspensión de pagos. Los pedidos extraordinarios son en realidad un acopio de materia prima o mercancías en previsión al cierre del crédito comercial que se producirá cuando sea público el futuro procedimiento concursal.

9. Solicitudes reiteradas de retrasar el envío de pedidos ya formalizados.

El cliente moroso tiene problemas de liquidez y no puede hacer frente a los pagos del suministro. Por este motivo opta en una primera fase de la crisis por retrasar la recepción de los pedidos para ganar tiempo en lugar de retrasar el pago de los pedidos servidos y facturados. En la siguiente fase deberá demorar el pago de las facturas vencidas, por lo que es bueno tomar medidas en cuanto se detecta la primera fase del problema.

10. Continuas devoluciones de mercancía sin motivo y excesivas notas de abono.

11. Anulaciones de pedidos en firme.

12. El envío de numerosas notas de cargo.

Algunos morosos optan por la estrategia de pagar menos por sus compras en lugar de dejar de pagar toda la factura, –de esta forma es una morosidad camuflada– por lo que envían al proveedor notas de cargo por motivos diversos – roturas, género defectuoso, diferencias de precio– en un intento de conseguir descuentos no procedentes del acreedor.

13. El cliente moroso hace campañas excepcionales con promociones atípicas.

14. El deudor moroso cambia varias veces de entidad bancaria.

15. Al deudor le han cerrado el crédito bancario.

Si un banco pierde la confianza en un cliente y le cierra las líneas de crédito tendrá buenos motivos para hacerlo; por lo tanto, los demás acreedores deben tomar buena nota de la situación y actuar en consecuencia.

16. Aparición de demandas judiciales, reclamaciones de cantidad por parte de la Seguridad Social, o Hacienda.

17. Pérdida de la solvencia de los administradores.

En caso se insolvencia de la sociedad los administradores pueden ser responsables a nivel personal de las deudas frente a los acreedores con sus propios bienes. Por tanto, es conveniente comprobar que no haya cambios en la solvencia de los administradores de la compañía. Un truco habitual de las empresas que entran en crisis, es nombrar como nuevo administrador a un testaferro profesional para que los propietarios puedan eludir responsabilidades patrimoniales. Otro factor que debe despertar sospechas es que el nuevo administrador de la sociedad sea un pariente jubilado de ochenta años y sin bienes a su nombre, ya que claramente es un hombre de paja colocado por los administradores de hecho.

18. Los trabajadores reclaman sus salarios.

19. Un intento súbito del deudor moroso por hacerse amigo del acreedor.

20. El cierre y desaparición.

Las fechas más peligrosas que favorecen los cierres de negocios cargados de deudas y las desapariciones de morosos son los periodos vacacionales; por lo tanto, hay que extremar la vigilancia ante las vacaciones de verano y las de navidad, que son aprovechadas por muchos morosos para cerrar y desaparecer de circulación. Incluso hay morosos que utilizan un puente un poco largo para darse a la fuga llevándose todos los activos –maquinaria, bienes de equipo, stocks, vehículos– que le puedan servir en el futuro.

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